27.6.13

La de la sonrisa roja. III


El tiempo se detuvo, tan sólo por un par de minutos. Ella permaneció allí, junto a la mesa y bajo aquella débil fuente de luz, esa bombilla sucia y amarilla que comenzaba a temblar, quizá de miedo temiendo lo que se avecinaba. Ella también temblaba. Su bolso colgaba de su brazo derecho, y ella lo abrazaba con la esperanza de que aquello la ayudara a afrontar la situación y no salir corriendo. Sus dedos titubeaban, y la laca de uñas descascarillada contrastaba con la perfección con la que sus labios habían sido perfilados.

"¿Por qué has tenido que volver?", él giró su rostro abruptamente, en un movimiento rápido y agresivo. Ella se sintió, de repente, alcanzada por una bala de plata.
"Tenía que hacerlo", sollozó en una última súplica de perdón.
"No, no tenías que hacer nada", se levantó.

Y qué más daba en aquel momento que sus rodillas no pudieran soportar ya los tacones, si era él el que todavía estaba buscando los pedazos de su vida. El cigarrillo pendía de su mano, sus dedos temblaban y la ceniza se quebraba. Entornó los ojos, apartando la mirada de la vulnerabilidad que un día acabó con todo lo que tenía, y en ese mismo instante, depositó el milagroso cilindro, el único que le ayudaba a mantener los pies todavía en el suelo, sobre sus labios.

Ella estudiaba sus movimientos hasta que, de repente, una nueva colisión de miradas se produjo. Sus ojos transparentes y opacos, los de recuerdo que siempre vuelve, se deslizaron hacia esa mesa en la que una vieja máquina de escribir era la protagonista. Junto a ella, una pila de folios entre los cuales pudo apreciar, en tan sólo un rápido vistazo, su inconfundible estilo.

"Aún me amas, lo sé", dijo ella con más seguridad ahora, pero sin ni siquiera mirarle a los ojos.

Había succionado su atención, esas últimas pelusas de sentimientos que se escondían en las esquinas de su caja torácica. Sí, aún la amaba. ¿Y qué? ¿Eso era lo único que necesitaba para volver a ser ella? Ella, la de la sonrisa roja, la de los tacones afilados, la de la mirada incisiva. Y no ella, la de las uñas descuidadas, la del pelo alborotado, la de las piernas cansadas.

Sus ojos, los de él, los del inocente en todo, el iluso, el soñador, el romántico de turno, se descubrieron enrojecidos, al borde del colapso. Una lágrima de tinta se preparaba, las palabras se ordenaban. Y la lágrima se encontró saciada, satisfecha de su trabajo. Así que él se limitó a arreglarse el traje, estirar la chaqueta, acomodar el cuello de la camisa, abrochar el último botón e ir en busca de una corbata que le esperaba en el reposabrazos de aquel viejo sillón que había cuidado de él en los peores momentos, soportando sus pesadillas y sus sueños, aún a costa de aquellos quemazos que su insana adicción conllevaba.

Se puso la corbata dándole la espalda, todavía con el cigarro entre sus labios, que por última vez, le dirigieron un sentimiento.

"Sí, te amo aún. ¿Eso te hace feliz?"

Pero ella no respondió, de nuevo, como había hecho tantas otras veces. Sólo el sonido de sus tacones a su espalda le advertía de que quizá todavía no era hora de poner punto y final a toda esta historia, de que quizá aquella vieja máquina de escribir tenía mucha tinta que llorar aún.


8 comentarios:

  1. Te mato, te mato, te mato, te mato. ¿No podía tener un final feliz? ¿En Serio? Lloro, lloro mucho, y te odio por ello.
    Bueno vale, da igual, las mejores historias creo que no tienen un final feliz. Pero que conste que el final me ha encantado eh, solo que no esperaba que la chica fuese tan p*t* ejem, *tos fingida*. Me ha encantado, Yai. El chico parecía tan indefenso... y cuando por fin parece romper un poco su muro de protección va y lo pisotea. Y otra vez al refugio de sus palabras.
    Tu manera de escribir es abrumadora y te voy a echar muchísimo de menos (sobretodo a tus textos ya que espero seguir hablando contigo).

    Te leerá pero no comentará,
    te admira,
    te quiere,
    y te querrá,
    Ana.

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  2. Supongo que los finales felices no van contigo y eso me encanta, (lo siento, Ana).
    Cuando escribes una entrada con ese "I" sé que voy a estar enganchada a una o dos entradas más.
    Y esta vez ha sido una más.
    Has llevado una historia muy real, pero que la televisión o el cine se niegan a mostrarnos. Una historia con un final que no es feliz.
    Gracias.
    Por escribir entradas así.
    Ah, y la última frase me ha encantado; "que quizá aquella vieja máquina de escribir tenía mucha tinta que llorar aún."
    ME ENCANTA COMO ESCRIBES.

    Te admiro,
    te "todo" (lo has logrado),
    S.

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  3. Qué final más abierto, hay que ver. He de reconocerlo: no me lo esperaba.
    Creo que lo que más me ha gustado de estas entradas ha sido el personaje del chico, tan vulnerable, llorando tinta porque sabe que esa es una buena forma de amar. Me han encantado sus miles de folios y su máquina de escribir, y su impotencia al no saber qué hacer con ese amor todavía latente en su pecho. Y la chica...bueno. Supongo que ella es el mayor obstáculo que él tiene que superar, pero también su mejor recompensa.
    Todo escritor necesita a su musa, después de todo, aunque ésta se vaya sin dar explicaciones.
    Me ha encantado Yaiza, y me ha enganchado como siempre que escribes diferentes capítulos de una misma historia.

    Se lamenta por no poder traspasar las barreras de la imaginación y la realidad y poder estrecharles la mano a tus personajes,

    Daw.

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  4. Cuando pienso que algo es insuperable, apareces tú y rompes ese pensamiento.
    Increíble, de verdad.
    He de decir, que el chico me tenía un poquito enamorada, por las descripciones que hacías de él.
    Sólo me daban ganas de ir y abrazarlo. (Soy demasiado tonta, lo sé.)
    Y la chica.. AG, la mataba.
    Y lo peor, no es que esto pase en esta sublime historia que has creado. Si no, que pasa en la vida real, que te entregas, que dejas tu vida al cuidado de otra persona y ésta la pisotea a su antojo sin comprender el daño que puede llegar hacer.

    Muy identificada, también, me siento en que en los malos momentos sólo puede entenderme mi sillón (Bueno, mi silla) y un par de folios en los que poder esparcir tinta en forma de palabras.

    Gracias,
    Mir.

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  5. Cuando pienso que algo es insuperable, apareces tú y rompes ese pensamiento.
    Increíble, de verdad.
    He de decir, que el chico me tenía un poquito enamorada, por las descripciones que hacías de él.
    Sólo me daban ganas de ir y abrazarlo. (Soy demasiado tonta, lo sé.)
    Y la chica.. AG, la mataba.
    Y lo peor, no es que esto pase en esta sublime historia que has creado. Si no, que pasa en la vida real, que te entregas, que dejas tu vida al cuidado de otra persona y ésta la pisotea a su antojo sin comprender el daño que puede llegar hacer.

    Muy identificada, también, me siento en que en los malos momentos sólo puede entenderme mi sillón (Bueno, mi silla) y un par de folios en los que poder esparcir tinta en forma de palabras.

    Gracias,
    Mir.

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  6. RT a Sab. Me encanta que no sea un final feliz, la verdad.
    Ese toque al final, y al principio. Esas metáforas y esa forma tuya. Cómo nos haces sentir a tus lectores.
    De alguna manera, siento que no podría haber terminado de otra forma.
    Gracias, sigue así, que todos te admiramos.
    Te quiere,
    Lau.

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  7. Ya lo han dicho Sab, Ana, Daw, Lau y Mir. Esta historia es real. Nada de finales felices que nadie se cree.

    'Llorar tinta en todos esos folios en blanco que guardaba para situaciones de emergencia'. Te aseguro que he inhalado ese humo que desprendía el cigarro y también he visto las lágrimas de tinta. Es una buena forma de expresar que, escribiendo, puedes liberar muchas sensaciones que te asfixian.

    Espero seguir leyendo entradas así.

    Marta.

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  8. ¿Hace cuanto que no te leía?¿Dónde está el fondo azul y la cabecera antigua?Me ha enamorado este nuevo diseño(no más que tus palabras obviamente).De verdad los cambios que has hecho favorecen muy mucho al blog.

    Respecto a esta historia de tres partes no se qué decir sin repetirme.
    Los finales abiertos no me suelen gustar,más que nada porque prefiero tener las historias bajo control y saber exactamente como acaban.Pero siendo tu la que escribes ¿Cómo no me iba a gustar?
    Sublime,Yaiza
    *fresas infinitas*
    Pd.Echaba de menos leerte de verdad
    Clari

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