15.1.14

Él era puro deleite - Parte II.


Es el momento. Clava sus uñas en su espalda, el placer va a cegarla. Sus jadeos acompasados, las convulsiones de todos sus músculos, la presión intermitente... Así que abre los ojos, abandonando la inconsciencia de aquellos claros, entornados de placer, que la desean, la agarran, la poseen justo en aquel momento y en aquel lugar, en aquella cama bajo la ventana a una ciudad fría y hostil, demasiado ocupada como para advertir que en aquel dormitorio hay un orgasmo de menos.

Aparta sus manos de su espalda, y alarga la mano hacia la mesilla de noche, vigilando la libertad de todos aquellos movimientos que, por un momento, estuvieron a punto de apartarla de su objetivo. El momento cada vez está más cerca, él jadea en su oído... Abre el cajón, y busca torpemente en él.

"Querida, no pensarás que soy tan estúpido, ¿verdad?", entre jadeos, entre suspiros, sin detenerse un momento. Continúa. Se queda paralizada, desconcertada, ante la bestia lasciva que embiste contra ella. Pierde el control, su cuerpo pierde el control.

"Así me gusta", susurra él en los últimos instantes, justo cuando vuelve a sentir sus uñas abriéndose paso en la piel de su espalda, desgarrando aquello que encuentra a su paso, desgarrando poco a poco su poder al mismo tiempo que desenfrenados sus músculos estallan en un gozo al que ella nunca se había entregado antes. Sus espaldas se contraen una última vez, en un último latigazo del delirio que había conseguido, por fin, dominar aquel frío al que tanto se había dedicado. Permanecieron en silencio, todavía cuerpo contra cuerpo y recuperando el aliento unos segundos.

"¿Qué has hecho?", preguntó con su hilillo de voz totalmente aterrorizada por lo que aquel orgasmo acababa de significar.
"He salvado nuestras vidas", se elevó unos centímetros sobre ella, apoyando sus codos cada uno a un lado de su cuello, la miró fijamente y susurró aquello con calidez. Una irónica calidez proveniente de unos ojos fríos e inexpresivos, fríos como el hielo, fríos como aquellas balas que deberían haberle quitado la vida hacia tan sólo sesenta segundos.



Una hora y media después comprobaba aquella pistola que su agudo ingenio le había impedido coger. Abrió la recámara y observó con una profunda melancolía que estaba totalmente vacía. ¿Y sus tres balas? Escuchó cómo la puerta de su apartamento se cerraba, y sus pasos se alejaban. De ella y de la que debería de haber sido su verdugo. Si él no le hubiese dicho nada, ella le habría disparado en pleno éxtasis, pero no habría pasado absolutamente nada. Sin embargo, prefirió advertirla, prefirió hacerla sucumbir, prefirió hacerla suya y salvar también su vida.

Nunca supo qué fue de aquellas tres balas. Nunca le preocupó. Nunca más le volvieron a preocupar las balas, era otra después de aquello. Tampoco supo nunca que él era capaz de tragarse una bomba por salvar la vida de su enemigo. Lo que sí supo, y varias veces después de aquello, es que él era puro deleite.


4 comentarios:

  1. Sin palabra, simplemente es uno de los relatos más sensuales que he leído y me deja un sabor tan agridulce de "Yo quiero más" No sé como lo haces pero transmites lo que muy pocas saben con las palabras...
    Mil besos.

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  2. Bueno, aunque aquí la amiga no anda muy fina de entendederas, y le falta un poco de imaginación últimamente, debe reconocer que os tiene mucha envidia. Escribís asquerosamente bien las dos, petardas. Un texto sensual pero elegante, peligroso pero bonito. El equilibrio perfecto. Ya me entiendes. Que ojalá se repita este Sab-Yaiza pronto, porque chicas, convertís en oro todo lo que escribís.

    Se va a un rincón a llorar de envidia,

    Daw

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  3. qué mantera de terminar, nsyafquwbdosbaua ♥

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  4. Nunca dejarás de sorprenderme pequeña gran Yaiza.
    Qué mejor manera de terminar. La verdad es que ahora mismo no se que decir, estoy de acuerdo con Daw en todas y cada una de las palabras que ha dicho. Creas la combinación perfecta con tus palabras, siempre acertadas para toda situación.
    De verdad, te admiro mucho. A las dos. Tenéis un talento increíble.
    Te quiere,
    Lau.

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