29.1.13

Soldado 575 - VI




El capitán, al advertir la presencia de aquel cabo primero que en los últimos días parecía no salir de su vida, se disculpó ante sus compañeros. El cabo estaba clavado en medio de un lugar hostil con los ojos ensangrentados en lágrimas acongojadas por la sangre que sus pupilas habían tenido el "placer" de ver. Aquel cabo tenía miedo, miedo como el que él tuvo, tiene, y nunca dejará de tener.

Se acercó con la mirada caída, como si no tuviera ánimos de hablar con nadie. A ninguno de los dos les apetecía hablar con nadie en realidad, quizá sólo el uno con el otro. Pasos cortos, pies arrastrados. Se quitó la gorra y la situó bajo su axila. Cuántas medallas y reconocimientos lucían en aquella chaqueta de uniforme.

"Se marcha, ¿verdad?", pronunció ligeras palabras, antes siquiera de que el capitán le diera pie a comenzar la conversación.
"Sí. Me marcho."
"¿Para siempre? ¿No volverá jamás?", preguntó con voz temblorosa.
"¿Qué le preocupa, cabo?", evitó una respuesta que no conocía.
"Nada, es sólo que..."

La voz del cabo se perdió en el barullo que a sus espaldas el resto del batallón en tregua armaba. El capitán tragó saliva apretando sus labios, reflexivo. Le bastó un instante para saber qué debía hacer. Abrió su chaqueta, esa sobre la que lucían medallas de todos los colores y tamaños, y de uno de sus bolsillos interiores extrajo dos cadenas. Las sostuvo en lo alto, dejando que sus respectivas placas de identificación se suspendieran en sus extremos. Una de ellas estaba en un verdadero pésimo estado. En la otra todavía se distinguía el número 483. El cabo las observó detenidamente.

"Hace dos años, tan sólo dos años, una bala con metralla me alcanzó. Éstas dos me salvaron. Pertenecen a los dos hombres que perdí aquel mismo día, tan sólo minutos antes de que aquel cabrón disparara lo que hoy día todavía sigue dentro de mí. Perdí la conciencia, pero cuando desperté, un muchacho recién licenciado en medicina se encargó de explicarme cómo aquellas dos vidas perdidas habían conseguido que ningún pedazo alcanzara ningún órgano vital. De todos modos, no se molestaron en extraer toda la puta metralla, éste no es un lugar en el que se pueda perder el tiempo en mariconadas."

El capitán no dudó ni un sólo segundo en tomar la mano del cabo, que seguía ensimismado por aquella historia, y abriendo su puño, y encontrando la placa de identificación de aquel soldado 575, que pronto viajaría a casa, depositó entre sus dedos aquellas otras dos placas con tanta historia.

"A mí ya no me servirán. Sé dónde he estado, y a dónde voy. Pero usted tiene mucha vida por delante... Le darán un motivo por el que seguir adelante: para que las vidas perdidas no sean en vano. No me decepcione... Sargento."

El capitán esbozó una ligera sonrisa, hundiéndose en los ojos de aquel cabo que temía de un modo extraño por la partida de un personaje del que apenas sabe nada. Cerró sus dedos, asegurándose de que en su puño permanecieran ahora tres símbolos de fuerza. También cerró sus ojos, asimilando aquella nueva nomenclatura que el propio capitán le había dirigido con total confianza. Pero él ya no quería ser sargento.

"Quiero volver a casa con vida, capitán", musitó entre saliva espesa, espesa como la sangre que sus compatriotas habían perdido con aquellas placas de identificación.
"Y lo hará, cabo. Lo hará, con honor y gloria, como se merece."
"Usted no lo entiende..."
"No se equivoque, le entiendo perfectamente... Verá, le confesaré algo. Yo también tengo miedo. Siempre he sido un cobarde."
"¿Está llamándome cobarde...?"
"No me interrumpa, déjeme terminar. ¿Sabe usted lo que es volver de la guerra, cabo? ¿Lo ha vivido usted alguna vez?", el cabo, tras un intenso e incómodo silencio, negó con la cabeza. "Esta será la quinta vez que vuelva a casa, que intente escapar de aquí." Sus ojos se empañaron, recordando momentos que ya había dejado a un lado.
"¿Qué ocurrió?", preguntó con cautela.
"La guerra es un infierno, chico. Es un infierno aquí, y le persigue allá, ¿lo entiende? No es fácil volver a la normalidad. Me sentía culpable e inútil. Culpable por abandonar a tantos atrás, me pesaban las espaldas. Inútil por no saber hacer más que disparar un arma, un instrumento para matar."

El cabo quedó asombrado por aquella explosión de sinceridad. No supo bien qué decir ni cómo actuar, simplemente se paralizó ante la atenta mirada del capitán, que suspiró liberando toda la tensión que sus últimas palabras le habían causado. Negó con la cabeza, ladeándola y mirando al horizonte, justo hacia aquella columna de humo.

"Si vuelve a casa, que sea por valentía y no por cobardía."

Dicho aquello, el capitán volvió a colocarse aquella gorra y, tras una breve referencia en muestra de respeto hacia aquel inferior, se dio la vuelta, dirección a aquel helicóptero que ya cargaba con todos aquellos cuerpos que serían repatriados. Dispuesto a subirse al aparato, el capitán lanzó un último grito al aire. Después de aquello, el capitán desapareció tras la estructura del monstruoso transporte que le llevaría a "casa".

"Cuídese, cabo. Es mi última orden." Su voz firme y tan ligeramente autoritaria resonaría en sus oídos hasta el último momento de su vida.


Dos meses y cuatro días después de que el capitán partiera de vuelta a casa, el cabo primero, a punto ya de ascender a sargento fue enviado en una misión cuyo único objetivo era investigar el terreno para instalar un nuevo campamento. Aquel día, sus compañeros escucharon explosiones y gritos a lo lejos. El cabo primero desapareció sin dejar rastro... Tan sólo se supo de él cinco días después, cuando otro de sus compañeros encontró en una vivienda que asaltaron las tres mismas placas que todo el mundo sabía ya que siempre llevaba encima. Pero no estaban solas. La chapa de identificación que las acompañaba era la suya, la del cabo primero número 241.

A los seis meses de su partida, el capitán volvió a poner pie sobre tierra bélica. De nuevo, había perdido la batalla. Se dio cuenta de que él ya no tenía vida, que le pertenecía a la guerra. Sólo pasó una semana hasta que el capitán, exasperado de buscarle a él, a ese indefenso joven con el que tan estrecha relación había entablado en un par de días, tuvo en sus manos las cuatro placas de identificación: esas dos que ya le salvaron la vida en su día, la del soldado 575 y la del cabo primero 241.

El cuerpo del cabo primero 241 nunca se encontró. El capitán volvió una última vez, por fin definitiva, para dar las condolencias a la familia, incluyendo a ese pequeño retoño que compartía los ojos del que ya no le verá crecer. El día en el que el capitán y la mujer del cabo se conocieron, éste le entregó cinco placas de identificación, para que en un futuro fueran entregadas a ese pequeño y así algo le recordara que la guerra no era un juego, sino un infierno. Cinco placas de cinco cuerpos ya sin vida. La quinta chapa de identificación correspondía al propio capitán.

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Sí, esto se ha terminado.
Espero no haberos decepcionado, 
en ocasiones no todo puede acabar bien.
Se llama realidad y es lo que hay.

PD: De nuevo, los derechos de las imágenes corresponden íntegramente a la película de Spielberg, Salvar al Soldado Ryan (con Matt Damon y Tom Hanks).


8 comentarios:

  1. ¿Y ME DICES QUE ME CALLE? ¿QUE NO ESCRIBA EN COMENTARIOS LO QUE PODÍA SER UN POSIBLE FINAL? ¿PERO DE QUÉ VAS? ¿PERO TE LEES, CHUIQUILLA?
    JO - DER.
    Es que se me ha puesto la piel de gallina con el final, esperaba bajar las fotos y encontrarme con un "bueno, queridos lectores, esto se ha acabado", pero no, vas y plantas ese final.
    Es que se me encoge ese órgano inútil que tengo en el pecho al que llamáis corazón cuando pienso en el retoño con las cinco placas entre sus manos y un par de lágrimas derramadas sobre ellas mientras su madre le cuenta la historia de su padre. De aquel que se entregó a la guerra por miedo a no poder volver a ser un ciudadano más. La historia de aquel que desobedeció la última orden de un hombre que sí supo volver a casa, aunque sólo fuera para morir; aquel que no se cuidó y fue egoísta entregándose a los campos de batalla. Aquel que se perdío, vivo o muerto, entre sangre y cadáveres. Entre bombas y metralletas quemadas. Entre hierros y escombros de vidas.
    Ay, Yaiza. Que me has dejado increíblemente alucinada con estas entradas, tienes que plantearte el hacer esto más veces, te aseguro que no solo a mí me has cautivado. Dios.
    Enserio, no tengo más palabras.
    Bueno sí, (espero ser la primera)
    Pequeña gran Yaiza, te admiro muchísimo como escritora y como, lo má simportante creo yo, persona.
    Te idolatra,
    S.

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  2. ¿Decepcionado? Nunca podrías, no es posible.
    En primer lugar, lo siento si el comentario no es muy bueno, ya sabes que estas cosas no se me dan bien, y en entradas largas menos. Pero eh, larga y... Sencillamente... Muda me ha dejado.
    Te pregunto, ¿Cómo lo haces? ¿Cómo juegas tan bien con las palabras? ¿Sabes? Cuando saques un libro que sea mundial mente famoso, yo fardaré de haberte leído en tus 'inicios' JAJA.
    ¡HE RECONOCIDO A MATT DAMON! JAJAJA.
    Vale, vamos al final de la historia en sí: Ensimismado él y ensimismada yo me he quedado con la historia también, cosas que pasan, supongo, unos mucha suerte y otros tan poca. En fin. Una vida perdida nunca es en vano.
    En una situación como la que ha descrito el capitán, de culpable e inútil... ¿Qué se hace? Esas cosas nunca se olvidan, y menos con tantos años vividos allí. Pero el más mayor es el más sabio. Que punto eso de 'casa' entre comillas.
    La última parte... Me ha sorprendido, mucho. El capitán con esas dos medallas que le habían salvado la vida, el cuerpo perdido del cabo, su hijo, la medalla del propio capitán... Ay, grande, que eres muy grande.
    Me gustó eso de: 'Te quiere, Yaiza' así que te lo plagio aquí.
    Te quiere,
    Laura.

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    1. Se me olvidaba, haz más estas cosas, me encantan, son geniales.

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  3. DIOS MÍO, QUÉ FINAL. ¡QUÉ FINAL, SEÑORES!
    De decepcionados nada. No nos podrías haber dado un final mejor. A ver, no me malinterpretes. me hubiera encantado que el cabo primero cumpliera con su sueño de volver sano y salvo a casa, aunque la guerra siguiera recorriendo sus venas, para que su hijo pudiera conocer a su padre. Hubiera sido fantástico. Pero ese no es el objetivo de estas entradas. Para finales felices ya tenemos a Disney. Lo que tú has querido reflejar en esta mini historia es la realidad, y no sé cómo será la vida de estos pobres soldados por allá, pero estoy segura de que no será muy distinta a ésta que tu relatas. Con esto nos has dado entender que nuestros problemas son ínfimos comparados con cargar con la vida de alguien a las espaldas y que una parte de ese alguien, de algún modo, acabe salvándote la vida. Han sido tantos los sentimientos, las emociones, que has transmitido con estos posts....Es algo indescriptible. Yaiza, por favor, nunca dejes de teclear. Como dice Lau, eres muy grande, y cada día lo demuestras más. No puedo añadir más que que me ha encantado todo lo relacionado con este Soldado 575, desde el primer capítulo al último. Sigue así, preciosa.

    Te admira,

    Daw.

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  4. Buenisimo!!
    Muy pocas historias en blogger, tiene este tremendo final
    Un besazo!!

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  5. Llego un poco tarde para dejar un comentario, como siempre.
    Increíble, no me ha decepcionado para nada. Quiero destacar esta frase: "Cuídese, cabo. Es mi última orden." Que me ha tocado el corazoncete.
    Sobra decir, que he sido gran fan de este soldado, de esta historia. Me haré fan de todo lo que publiques,porque soy fan de ti, tenlo claro.
    Posdata: Ahora cada vez que vea "Salvar al soldado Ryan" Me acordaré de ti y tu soldado 575. Dicho queda.
    Posdata2: No diré más cosas, porque como ya he dicho antes está todo dicho, y en estos momentos estoy un poco sin palabras. Pero Yaiza, sigue así, llegarás lejos.

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  6. Vale, me encanta, me he leído las seis entradas en cero coma. TÚ sí que escribes bien. Me gusta como describes los sentimientos, las acciones... Y las imágenes no podían estar mejor elegidas. Esa película es muy dura, pero es preciosa, merece la pena. Tus entradas en cierto modo me la recuerdan. Asfkjhgfdfghjk Me pasaré más a menudo por aquí, me encanta ^^
    http://feelingsofasmallhuman-nv.blogspot.com/

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  7. Jo yaiza es que no se que decirte,no he podido leer la primera parte sin que se me humedecieran los ojos y eso que no suelo llorar con libros.
    El final no me ha decepcionado aunque tampoco voy a mentirte,me hubiera gustado que el cabo viviera para ver crecer a su hijo,para quedar con el capitan y rememorar entre colillas sus experiencias en la guerra,si me hubiera gustado un final asi pero estoy deacuerdo contigo en que la realidad es diferente.
    Me ha gustado casda parte de esta pequeña historia,al principio la tematica me resultaba algo monotona pero cada parte era diferente..
    Eres genial yaiza,no me cansare de decirtelo
    Clari

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