Dolor físico para calmar los sentimientos II.

Dolor físico para calmar los sentimientos I.

No lo pensó dos veces y buscó su mano sin quitarle un ojo de encima. La sujetó con firmeza, olvidándose del miedo que tenía. Había desaparecido. Algo le decía que ella podía ser la única persona contra la que no se revolviera jamás.

Y en cuanto su piel fría tocó la suya, ardiente por el dolor, por la sangre en ebullición, por la adrenalina, por el subidón de rabia... En cuanto eso sucedió, él se sintió apaciguado de repente. Encontró su mirada en la oscuridad de la noche y cayó en la cuenta de que apenas podía respirar. Se sintió mareado y no sólo aturdido, sino que temía incluso un desmayo. La verdad era que había recibido muchos golpes y tenía la nariz en muy malas condiciones.

Su cabeza comenzó a balancearse con lentitud intentando encontrar el punto de equilibrio. Ella se dio cuenta y utilizó las dos manos para sujetar una extremidad de piel rugosa y ensangrentada, llena de heridas, cicatrices de hace un par de semanas, costras y sangre fresca y seca que discurría por cada arruga que los pliegues de sus dedos formaban. No le importó mancharse, sólo quería hacerle saber que estaba allí.

"Necesito ayuda" suplicó entonces, entre balbuceos que la sangre disfrazaba de un sonido sordo y casi desagradable.

Ella no respondió, y le miró con las cejas arqueadas y expresión de compasión. Sujetó su mano con más fuerza sin importarle hacerle daño: después de una noche así, no se moriría por un poco de presión sobre heridas abiertas. Había caído en la cuenta de la razón de todo aquello.

La razón por la que tantos días de dolor y sufrimiento temiendo por cómo podría acabar aquello. La razón de costillas y narices rotas, de labios partidos y cejas cosidas, de pómulos hinchados y nudillos despellejados. Había caído en la cuenta de que él sólo quería curar con dolor físico lo que las emociones le causaban en su interior.

Pero aquello comenzaba a convertirse en un bucle en el que el dolor emocional ya no se camuflaba ni siquiera con las dosis más altas de adrenalina ni con la mayor cantidad de sangre perdida. Aquello estaba a punto de terminar, de un modo o de otro. Y tenía que elegir al lado de quién quedarse: ella o el dolor.

Y cuando parecía que había tomado una decisión por fin, apartó la mirada de golpe y miró hacia otro lado. Apretó esta vez, en vez de sus labios, sus ojos. Hasta que le dolieron, y después los abrió tan sólo un instante para deshacerse de un cristalino líquido que le resultaba sobrante. Resbaló por su mejilla una espesa lágrima que pareció hablar por él cuando se escuchó su voz grave y áspera.

"No quiero que nada de esto te salpique."

Se deshizo de la mano de la chica, que se quedó inmóvil y con sus manos ya salpicadas cuando él se levantó y se marchó sin mirar atrás. Efectivamente, había llegado demasiado lejos. No había vuelta atrás para ninguno de los dos. Ella ya había sido salpicada.

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1º. No he usado una sola imagen de una serie, sino que he usado dos y de la misma serie... y del mismo personaje. El caso es que James Cook, de Skins, podría encajar perfectamente en el personaje que he creado para estas entradas.

2º. Tampoco hace falta que le deis muchas vueltas, pero espero que hayáis pillado el sentido esencial de todo esto.

3º. COMENTAD, por favor.