El destino dijo que sus caminos volverían a cruzarse.

Era el día. Llevaban mucho tiempo planeándolo, tanto que ahora casi se sentían extraños. Después de todo el verano intentando convencer a padres y demás, por fin iban a tener la ocasión de pasar la noche todos juntos en una casa vacía, equipados de tan sólo ganas de divertirse y una película de terror. Definitivamente van a olvidarse de las clases, recién empezadas, van a olvidarse de las preocupaciones. ¿Por qué? Porque están juntos, y en realidad, lo echaban de menos. Una mala temporada atravesó sus vidas, separándolos y mandando a cada uno prácticamente por su camino. A menudo cada uno pensaba sobre cuánto añoraba sus antiguas conversaciones, escuchar las risas de todos cuando estaban juntos... Y por cosas del destino, de nuevo, sus caminos habían vuelto a cruzarse. Como si no hubiera pasado el tiempo, seguían teniendo la misma confianza entre ellos, seguían siendo los mismos, seguían riéndose de las mismas tonterías, disfrutando de las mismas canciones e incluso terminando las frases de los demás. Estaban tan compenetrados que era cuestión de tiempo que volvieran a juntarse, y aquella noche sería en la que celebrarían que de nuevo volvían a estar todos juntos, y que nunca dejaron de ser un grupo de buenos y verdaderos amigos.