7.2.13

Volvéis a casa.

A oscuras, acurrucado en una de las esquinas de una casa que poco conserva del hogar que fue en su día, aguarda hasta ese último instante, el que lo cambie todo definitivamente. El que le arruine la vida. O quizá su vida ya está arruinada desde hace mucho, y esto no son más que efectos colaterales.

Fuma porque le relaja, pero ya ni siquiera se preocupa de utilizar un cenicero. ¿Para qué? Esa noche no la pasará allí. Calada tras calada, la ceniza y las colillas se acumulan junto a él, ahí mismo: en el suelo. Si su mujer hubiera estado ahí, no sólo le estaría regañando por fumar dentro de casa, obviamente. Aunque él se había encargado de que ni ella ni su pequeño estuvieran allí para verlo. Mentiras, de esas que llaman piadosas. Aunque un poco grandes.

Quizá todo esto sea por culpa de eso que tanto nombra la gente, karma o algo así. Quizá se lo haya ganado, por mentirles tanto, por no decirles de dónde salía el dinero, por no contarles que se tenían que apretar el cinturón, por creer que saldrían de aquella, que todo pasaría, por pensar que le dejarían de lado, por no querer admitir que iba camino de la banca rota... Por ocultar las cartas del banco, por tener el orgullo de intentar sacar su familia adelante. ¿Pero qué culpa tenían ellos de sus mentiras? Ay, su pequeño.

Hace años, antes de que naciera, cuando las cosas les iban bien, compraron aquella casa con expectativas de verle crecer allí, de marcar en el marco de la puerta de la cocina cuánto había crecido, una vez al año, o quizá cada seis meses. Todo dependería de si iba para jugador de baloncesto o no. Pero ni siquiera les había dado tiempo a marcar una pequeña línea a sesenta centímetros del suelo.

Recordaba cómo, hacía tan sólo unos días, les había entregado los restos del imperio que un día consiguió reunir en forma de un billete de avión. "Volvéis a casa", les dijo. Y así fue como su aventura de la emigración se acabó. Ella, aunque confusa, no se lo tomó demasiado mal. Echaba de menos su país. El pequeño, simplemente, no tenía demasiado voto.

"¿Y tú?"
"Me han ofrecido un trabajo por tres meses fuera de aquí, de esos más peligrosos, en las montañas. Con ese dinero volveré yo."

Ella no preguntó ni siquiera el por qué. A él le gusta pensar que era consciente de su situación, pero simplemente prefería callarse y no dañar el orgullo de un hombre que lo intentó todo por sacar su familia adelante y, a pesar de los esfuerzos, se vio abocado al fracaso, a la merced de la economía de un país en el que los bancos son rescatados pero los ciudadanos despachados.

Sonó el timbre. Era la hora. Se sentía paralizado. Ahora, unos nudillos golpeaban con violencia la puerta. Escuchaba a la gente, en el exterior, cómo gritaba. Lemas reivindicativos que, por desgracia, no servían para parar a un cuerpo de policía que ya había decidido utilizar la violencia para echar la puerta abajo.

"Venimos a hacer efectivo el desahucio de su domicilio. No oponga resistencia y no tendrá más problemas."

No tenía ni idea de cómo ni dónde pasaría los próximos tres meses. Mucho menos de cómo volvería a reunirse con su familia.



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Por extraño que parezca, sobre este asunto hay bastante escasez de imágenes. De todos modos, espero volver a publicar pronto, simplemente necesitaba escribir sobre este delicado tema que son los desahucios, y que afecta ya a tanta gente en mi país. Por alguna razón, mientras me dejaba llevar, he acabado convirtiendo a los protagonistas en inmigrantes, pero no quiero que prejuzguéis tampoco. Nadie dice que se trate del "prototipo de inmigrante", de una familia que viaja a un país más desarrollado para buscarse la vida. De hecho, en ningún momento nombro la procedencia, así que me gustaría que os plantearais la posibilidad de que pudieran ser incluso alemanes, que cuando tenían una situación económica estable, decidieron viajar a otro país, "por cambiar de aires". ¿Entendéis lo que quiero decir?

No me enrollaré más. Como ya sabéis, estas entradas el único objetivo que tienen es la concienciación.

PD: Cómo echaba de menos hacer un poco de crítica social.

7 comentarios:

  1. Buen y triste texto que relata a la perfección lo que ocurre cada día en nuestra sociedad, desgraciadamente.
    Me encantó, besos :)

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  2. Yaiza, la próxima vez que llames a alguna de tus entradas, "cacaentrada" voy a Barbastro a pegarte dos hostias (con muchísimo amor) y a darte un abrazo, eso seguro.
    Vaya... La triste realidad nos golpea. Los cigarrillos no podían faltar aquí. Lo triste, es que es real, es que con la injusticia en España, esto pasa cada día. ¿Montamos una rebelión? No creo que te negaras.
    No dejes escribir, porque nos hace falta leer cosas así, a mi y a muchos.
    (Te lo plagio otra vez) Te quiere,
    Lau.

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  3. Ojala yo hiciera tambien cacaentradas,y supiera movilizar el alma de la gente cuando lo lee.
    Este es un tema delicado si,joder,hace cosa de meses todabia se hablaba de esto en los telediarios.Pero ahora parecen deshacios fantasmas nadie los nombra,nadie parece sufrirlos...Pero sigue habiendo gente asi,consumiendose entre colillas,como no,con esa incertodumbre del donde dormire mañana?
    Me uno a la rebelion.
    Un besi yaiza,te quiere clariii
    pd.Cuaaaal es tu secreto pa haser cacaentradas?Teell me baby

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  4. Es triste pero me ha gustado mucho
    sigue escribiendo
    un beso

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  5. Increíble.
    Y es más increíble aún de lo real que es, tal y como está la economía y sociedad. De hecho, se me ponen los pelos de punta de pensar que en este mismo momento, tal vez, este ocurriendo un desahucio.
    Sigue así.
    Y me encanta tu crítica social, que lo sepas.
    besos, Mir.

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  6. ¿Cuántos de los que te han leído se han puesto en el lugar de él? ¿Y en el de ella? Porque yo lo he hecho, y uff, Yaiza, uff.
    Se te da muy bien esconder bajo escenas reivindicaciones que hay que saber verlas. Y chica, ver las veremos muchos, pero qué poco estamos haciendo por cambiarlas..
    Tu crítica social es tan buena como tus escenas en Florencia, así que critica.
    Sigue así con todo lo tuyo. Porque eres grande, Yaiza.
    S.

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  7. MAGISTRAL.

    Creo que no te cuento nada nuevo si te digo que me considero fan, seguidora, admiradora...como quieras llamarlo, de tus entradas de crítica social. De crítica social y de realidad. Porque no hay nada más real que ver a alguien siendo expulsado a patadas de su propia casa, donde deja miles de recuerdos y momentos atrás, para verse con un futuro incierto entre las frías paredes de la calle. Sinceramente, no creo que nadie describa esta situación mejor que tú, y, en mi opinión, esta entrada debería ser leída por mucha gente. Y que a toda esa gente, se les pusieran los pelos de punta y los ojos empañados al intentar ponerse en la piel de aquellos inocentes que se tienen que transformar de la noche a la mañana en vagabundos. Repito; magistral.

    Un besazo,

    Daw.

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