15.2.13

Una más de azúcar, por favor. II


"¿Sabes? No estaba seguro de que fueras tú. Pero en cuanto el camarero se retiró, de nuevo, con tu taza de café, lo supe. Tú siempre tan dulce."
"Disculpa, ¿te conozco?"

Él sonrió y ella pudo adivinar una mirada risueña a través de aquellas gafas estilo rayban. Estaba acomodado en la silla, con la espalda encorvada y uno de sus brazos colgando tras el respaldo mientras, apoyando el otro codo en el reposabrazos, se toqueteaba de un modo nervioso e inconsciente la zona circundante a sus labios. Para cuando quiso darse cuenta, dejó los recuerdos atrás y volvió a la realidad, apoyada sobre una barandilla bajo la cual se extendía todo un universo.

"¿Qué piensas?", le dijo él a sus espaldas.

Ella se dio la vuelta y dejando a sus espaldas la preciosa Florencia, le descubrió apoyado sobre la pared, con una de sus piernas flexionadas y su pie apoyado sobre la pared. Sintió deseos de gritarle, ya que no se apoyan los pies en la linterna de una cúpula de más de quinientos años, pero ¿qué más daba?  Todo era más perfecto así, tal y como estaba. Él en realidad no era ni el primero ni el último que pasaba por alto el valor de aquel mágico lugar en el que se encontraban, a tan mágica hora, en tal mágico momento. Se esforzaba por encender un cigarrillo que, más tarde, le ofreció. Ella lo rechazó educadamente y, simplemente, evitó responder la pregunta, sin demasiado éxito.

"Eh, no me ignores, anda. Ya tuve de eso durante muchos años."
"Por eso mismo, un par de minutos más no te matarán." Ambos intercambiaron risas tímidas y juguetonas.
"Un par de minutos son una eternidad."

Ella volvió a su posición inicial, perdiendo su mirada en lo que ahora acostumbramos a llamar el skyline de la eterna Florencia, ciudad de grandes maestros y mil y una historias entre calles frías y oscuras, llenas de palacios renacentistas y artistas callejeros que se ganan la vida con un pincel y el maravilloso modelo que encuentren ante sus ojos. Notó su cazadora tejana rodear su cintura y abrazarla con ternura acumulada durante todo ese periodo durante el cuál se autodenominaba "ignorado". Ella se dejó llevar, danzando al ritmo de sus respiraciones acompasadas, reposando su cabeza sobre su hombro y acariciando sus manos.

"Pensaba en la semana pasada, cuando nos conocimos."
"Meeeec", la interrumpió con una voz graciosa, simulando un pulsador erróneo. "Yo ya te conocía, ¿recuerdas?"
"Está bien. Entonces pensaba en el momento en el que te sentaste en mi mesa."

Él sonrió, recordando también aquel momento. Anochecía ante sus miradas, que perdían de vista cualquier arquitectura digna de admiración y se centraban tan sólo en los rasgos del otro. Sus cabellos finos, sus ojos color miel, sus manos fuertes, su barbita incipiente, incluso la forma de sus orejas. Ella le observaba. ¿Cómo era posible que ella se hubiera cruzado con aquel muchacho tantas veces y nunca reparara en lo especial de aquel joven funcionario que trabajaba como vigilante en uno de sus lugares favoritos del mundo su lugar favorito de todo el universo?

"Apuesto a que te encantaría observar la obra de Brunelleschi en la tranquilidad de los horarios cerrados al público." Su voz sonaba todavía más dulce en su recuerdo, cuando tras quitarse las gafas pronunció aquellas palabras, sin siquiera haberse presentado, en aquella cafetería en la que ella nunca había esperado topar con el que, con sus propias palabras, le confesó cierta obsesión.

"Hace año y medio que no venías por aquí. Eso sólo quiere decir dos cosas."
"¿Cuáles?", preguntó confusa, pasando por alto aquella fecha tan exacta de la que ni ella se había percatado.
"Que ya has dejado a aquel idiota que acabó con tus aspiraciones, es una de ellas."
"¿Cómo dices?"
"Sí, vino contigo dos veces. Él no estaba muy interesado en los frescos del interior, y recuerdo que no quiso subir ni veinte escaleras contigo para observar la cúpula. Después, dejaste de venir."
"¿Cuál es la otra cosa?", expresó cierto recelo, otorgando cierta exactitud a la deducción anterior.
"Que el destino está de mi parte."


6 comentarios:

  1. Siempre que te comente voy a citar esto: "Cigarrillos, no podían faltar, me encanta." ¿Vale?
    ¿Una historia de amor? ¿En Florencia? ¿Quieres matarme? Yo creo que sí. Después de ignorarle, cómo describes lo que ve, CÓMO LO DESCRIBES, MATIZO. Ha sido como estar ahí.
    El destino no es que esté de su parte, el destino está obligado a unir a dos personas que se quieren, eso es así, y si no pienso encargarme de que sea así JAJAJA.
    Por cierto, ¿Sigue la historia? Espero.
    Boh, Yaiza, eres increíblemente maravillosa escribiendo estos estilos. Y otros. Y todo.
    Un achuchón,
    Lau.

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  2. Hacia tiempo que no me pasaba por aquí, y esta entrada me a encantando, siempre te digo lo mismo, pero es que tu forma de escribir... consigues siempre que sienta que realmente estoy donde describes.
    La historia es muy bonita y estoy deseando leer la segunda parte!! jaja

    Un beso!

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  3. Heermoso como siempre!! ya quiero leer lo que sigue :D
    Besos^^

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  4. Oh, qué preciosidad. No se me había pasado por la cabeza (mientras leía la entrada anterior) que realmente no se conocieran, y que aquella intromisión de él en la vida de ella, fuera fruto de la obsesión que le ha llevado a por fin, quererla conocer. Me ha encantado la historia de la chica que viene y va de aquel lugar mientras él parece anclado a él, limitándose a observar. Y si todo esto está enmarcado entre los aromas y muros de Italia, lo hace todavía más mágico. Ya sabes que me ha encantado.

    Te admira,


    Daw.

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  5. ¡¡¡¡¡¡MEEEEEEEEEEEE ENCANTA!!!!!!! Que sepas que aunque no comente mucho siempre te leo, y es increible como escribes. Me encanta de verdad. Una de las cosa que más me han gustado es que el relato suceda en Florencia, amor infinito.
    Creo que todas nos hemos sentido alguna vez como la protagonista.
    Por favor, no dejes de escribir, es más YA quiero otro leer otro texto tuyo.
    Un beso enorme preciosa.
    http://eldiariodeoniria.blogspot.com.es/

    http://blondesurrender.blogspot.com.es/

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  6. Magnifique.
    Deberían contratarte para publicidad o algo así. Simplemente de la manera que describes Florencia creo que provocas que todas queramos ir allí a vivir eso, a enamorarnos.
    ¿Seguirá la historia? ¡Dime que sí! Dios.

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