Tras el cristal.

Tras el cristal, unos ojos empañados. Tras el cristal, un alma encogida. Tras el cristal, unos pensamientos torturados, un corazón sin fuerzas. Tras el cristal, una lágrima que arrastra el polvo de la vida que se evapora adherido a la piel de quien observa el movimiento del mundo a su alrededor mientras él, precisamente él, no podía siquiera abrir los ojos. Tras el cristal, ¿qué hay tras el cristal? Horror, sufrimiento, dolor. ¿Se puede echar de menos lo que todavía sigue junto a ti? Sí. Llora, pero continúa ahí, como un alma sin rumbo, sin un lugar a dónde ir, quieto. Ni un movimiento. Las manos a sus espaldas, incómodo. Erguido, rígido tras el cristal. Rígido como la muerte.

¿Y al otro lado del cristal? Piel pálida, cuencas moradas, labios blancos. Cables, máquinas, goteros, agujas. Nada, no hay nada. No lágrimas, no dolor, no sufrimiento, no sentimientos. Duerme. Un pitido, agudo, regular, continuo... Irritante. En algún momento se va a parar. Ni un movimiento. Está oscuro, sólo un rayo de sol intrépido atraviesa las cortinas iluminando la mano del postrado en la cama. Unas manos suaves, delicadas, jóvenes y... Desnudas. Desnudas de verdad, consumidas por el calor, piel ausente, ampollas, cenizas. Sostienen algo entre las quemaduras. Algo dorado. Un objeto de oro... Una cadena fina. Un colgante.

Tras el cristal, lágrimas. Su mirada se centra en el colgante. Sabe a quién pertenece. A esa mujer que tanto dio por ellos dos, esa mujer que lo dio todo y más. Su hermana mayor llevaba siempre ese colgante hasta que, paradójicamente, las llamas acabaron con ella. ¿Acaso la historia se estaba volviendo a repetir? Más lágrimas que arrastran el hollín de su piel mientras el recuerdo de su casa incendiada le asalta. Una única cosa que salvar, ¿una única cosa por la que morir? Tras el cristal, preguntas sin respuesta, misiones sin recompensa.

De repente, no hay pitido. Un sonido agudo y constante. Las enfermeras se acercan y fingen intentar retener lo que quede de aquel cuerpo que en realidad lleva sin vida desde el momento en que, con lágrimas en los ojos, se deshizo de los brazos de su hermano y escapó en busca de un mero objeto que ni siquiera sus manos conseguían sujetar ya. El medallón cae al suelo. Alguien a su espalda coloca su mano en su hombro en un intento de parecer comprensivo, dando precipitada pero acertadamente el pésame. Él cierra los ojos con fuerza, agachando la cabeza. No musita ni una palabra.

Tras el cristal, un adiós. Tras el cristal un ying sin yang, un negativo sin positivo. Tras el cristal, un reflejo incompleto. Tras el cristal, un "adiós, hermano, adiós".

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Lo primero decir que esto lo escribí mientras veía un capítulo de House en el que el hermano del paciente jugaba un gran papel. Lo segundo es que no volveré a publicar hasta más tarde del martes que viene porque esta noche me voy ¡a LONDRES! :) Y por último... Perdonad mi falta de compromiso. Sé que siempre prometo publicar tal día y luego no lo cumplo. Lo siento, de verdad. Me voy a poner como propósito dejar de prometer esas cosas.

PD: Las preguntas las publicaré cuando vuelva ya que recientemente he recibido una pregunta que realmente ha respondido a mis expectativas sobre aquel proyecto. La pregunta era sobre cuánto tiempo me costaba escribir una entrada en concreto. Ese tipo de preguntas eran las que quería, que tuvieran que ver con el blog. La verdad es que hay algunas preguntas que ni siquiera me agrada responder. Así que todavía tenéis tiempo para pasaros por aquí y hacer vuestras preguntas (o peticiones, como textos personalizados o dibujos). ¡Gracias!