17.2.16

En el puente a media noche.

Sus tacones de aguja se clavaban en el asfalto con pasos seguros. Los automóviles desfilaban a su lado sobre el alquitrán empapado de las lágrimas de la tarde, y levantaban una ligera brisa que helaba sus torneadas piernas. Caminaba ondeando su cuerpo de la misma manera que lo hacían sus cabellos. En sus labios, impregnados de carmín, reposaba un cigarrillo a medio consumir. Era el cigarrillo previo al acto, el cigarrillo más importante. El cigarrillo que anticipaba todo lo que estuviera por venir. El cielo ennegrecía con el porvenir de las horas y los faros de los coches se reflejaban en su recortada silueta. Algunos de ellos hacían sonar la bocina, y su caja torácica se hinchaba con orgullo, sin distinguir entre los que pretendían acosarla o los que le rogaban que caminara por la acera. Le era indiferente, quería hacerse notar, quería armarse contra lo que sucediera aquella noche.

Llegó a un pequeño bar de luz tenue. No era luz ambiente, simplemente era el tipo de sitio en el que no cambian las bombillas que se funden. Tiró el cigarrillo en la entrada, echando un vistazo al interior y estudiando los pasos que debía seguir ahora. La camarera la miró de arriba a abajo al cruzar el umbral. Dejó en el perchero, junto a la puerta, su gabardina, que escondía un ceñido vestido del mismo color que sus labios. Algunos clientes también se dieron la vuelta. Probablemente, fuese la única mujer con tacones que hubiese osado a entrar en aquel antro. Los hizo sonar hasta una pequeña mesa que había divisado desde el exterior, se dirigió a ella con decisión ocultando cierta ansia para, todo lo discretamente posible, emprender su misión.

La camarera se acercó a tomarle nota, pidió un cóctel demasiado sofisticado.

Aquí sólo tenemos bebidas duras y café, lo siento.
—Sírvame entonces un whiskey, si puede ser.

La empleada zigzagueó entre las mesas hasta la barra mientras se reacomodaba en su asiento. Irguió su espalda y apartó un rizo que caía sobre su oído... Comenzó a escuchar.

Necesito esa información, no lo entiendes.
—No puedo hacer más, de verdad. Basta ya, esto no es problema mío.
—¡Es de vida o muerte!

Un hombre de mediana edad parecía suplicar al borde de la desesperación, tratando de no llamar la atención de nadie. Dio un golpe sobre la mesa, y continuó insistiendo unos largos minutos, ajeno por completo al hecho de que aquella atractiva mujer que había entrado hacía tan sólo unos instantes se había metido de lleno en aquella conversación. Su interlocutor decidió levantarse.

Corre todo por mi cuenta —sentenció dejando un billete sobre la mesa, ignorando las súplicas y alejándose de allí con paso ligero.

Ella observó el aspecto del hombre que se marchaba, al que no había podido ver la cara y cuya identidad realmente no le importaba. Por el rabillo del ojo vio su oportunidad. Se levantó con su whiskey y se sentó en frente de un hombre abatido. La miró sorprendido. En sus ojos, ella pudo ver el rostro de la exasperación y la impaciencia, de la impotencia y la angustia. Dibujó en su rostro una sonrisa seductora, esperando quizá que la reconociera, a pesar de haberle seguido durante días en el más riguroso incógnito.

Ya era hora de conocernos.
—¿Quién es usted?
—La solución a sus problemas.

Se mostró desconcertado, y satisfecha acabó con un último trago el whiskey de su vaso. Se humedeció sus carnosos labios, siendo consciente de que los grises ojos de la desesperación no podían apartarse de ellos.

Medianoche, en el puente. Ven solo.

Se levantó con sensualidad, dispuesta a pasar junto a él y marcharse sin mirar atrás. Sin embargo, tomó una decisión de última hora. Se inclinó sobre él sin que se percatara, pensando que aquella misteriosa mujer ya había desaparecido, y besó su mejilla, cerca de la comisura. Para cuando quiso reaccionar, se había marchado, y sólo le quedaba su recuerdo y una bonita marca de pintalabios en su piel.

4 comentarios:

  1. Me acabo de enterar de esta historia por twitter y ay, me voy directamente al blog de Sab para saber cómo termina, ¡qué intriga!

    Me gusta mucho cómo coloreas algunas palabras, así nos viene la imagen de cómo es sin que nos describas nada, es genial.

    (saludos)

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  2. asdfghjkl ahora mismo voy a por la segunda parte.
    comentarios sobre esta: me gusta muchísimo cómo describes el ambiente y cada movimiento, como si la escena fuera un conjunto de tejidos y nos hicieras sentir cada vibración. He echado en falta alguna acotación más en los diálogos, para contextualizar mejor esas conversaciones, pero al mismo tiempo así el ritmo se hace más frenético, más desesperado (a juego con la situación).
    (abrazos eléctricos)

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  3. Me ENCANTAN, las mujeres así, ay. AYAY. Voy corriendo al blog de Sab a ver qué ocurre en el puente.

    (has descrito a la chica del carmín tan, tan bien que me la he imaginado como en una peli).

    Un saludo. :)

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  4. Bonitamía.
    Me llegó un correo diciendo que había mandado el mail. Menos mal, porque he tenido una semana agotadora y no pude volver a mandarlo! Muchísimas gracias por la preocupación! :)

    Va lien te
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    (salta por la ventana),

    Irene.

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